martes, 19 de julio de 2011

Cosas del día a día

Corre de un lado a otro, con pasos algo inseguros, pues hace poco que está aprendiendo a caminar. Se le oye venir desde lejos, por las sandalias que lleva, que hacen ruido con cada paso. Con su pelo rapado y con su cara redondita, parece un pequeño buda. Su nombre es Ji Yie, aunque casi todo el mundo le llama Juanito.

Sus padres regentan una de las tiendas multiprecio que hay cerca de mi oficina y como no tiene con quién dejarlo, Juanito pasa el día con ellos. Bueno, cuando no está paseando por la zona dónde está la tienda de sus padres. Va correteando al Dia o al bar de César o simplemente por el jardín.

Casi todos los comerciantes y vecinos de la zona, estamos pendientes de él y de sus andanzas. Hasta mis sobrinos, sobre todo Ainhoa, están pendientes de él y juegan todos juntos.
A mí me pilla algo más a desmano, pero si estoy en la terraza del bar de César o voy a comprar al mercado o la farmacia, me fijo en él. Cuando me ve, me saluda con la mano y yo le hago cuatro tonterías y estoy pendiente de que no se caiga o que nadie le haga daño. O ahora que no como nada comparto con él el aperitivo que me ponen. Como hacemos casi todos. Y es que me temo que las cosas no le van bien a sus padres y no come como debiera hacer un peque de su edad.

Esta noche tomando algo en la terraza de César, comentaba, al ver como todos estábamos pendientes de Juanito, que eso es lo que se hacía antes, que ahora nos hemos vueltos demasiado egoístas y que la tribu (nuestro entorno, nuestra sociedad) debería hacerse cargo de la educación de los niños en su conjunto y no delegar ésta en los Teletubbies (o lo que es peor, en el Sálvame)

A ver si aprendemos de una vez lo gratificante que es preocuparse por otros...Además de que una sonrisa de Juanito vale un potosí.

1 comentario:

Turulato dijo...

Hay algo de tu barrio que envidio... De ti, ¡ni hablo!