viernes, 7 de enero de 2011

Desvariando

Al leerme el libro Doy fe, del que hablé hace unos días, me preguntaba que habría sido de la familia del escritor. Durante el alzamiento, su mujer e hijos estaban en el Madrid afecto a la República. Y por lo que da a entender, no llegan en ningún momento a Burgos. Sí que menciona que ciertos empresarios y prohombres del bando nacionalista, que estaban en Madrid, logran llegar a Salamanca y Burgos. Y alguno, incluso, traer a sus familias.

Después, se marcha a Francia. Y vale, los primeros días, quizás no pensaron que habría desertado. Pero más adelante... Me preguntaba si yo habría sido capaz de hacer lo que él. Lo de desertar no. Lo de desertar sin saber que pasaba con mis seres queridos, dejándoles a su suerte. Se me antoja insoportable la incertidumbre de saber que pasaría con ellos. ¿Y si tomaban represalias por su deserción?

El otro día comentaba esto con un amigo y por esas cosas de la mente, acabamos hablando de un sketch de Vaya Semanita que enlacé hoy en mi Caralibro (Éste). Le comente una conversación sobre una invasión de los países del Pacto de Varsovia y la propuesta de otro amigo, que proponía rendirse en masa, lo que les provocaría un problema económico severo (nos tenían que dar de comer) y a su vez, se rendirían, pudiendo llegar a una paz honorable de ambos países. Una propuesta interesante y diferente, sorprendente.

Y él recordó una anécdota de una partida de rol, en la que ambos jugábamos. Yo era la única jugadora. El resto, hombres. Interpretábamos a un grupo de soldados rusos en la Segunda Guerra Mundial. En la ficha de mi personaje, lo ponía bien claro.
Superviviente. Le importa un bledo Rusia y el Ejército Rojo. Sólo le preocupa salvar su culo.
En el transcurso de la partida, logramos hacernos con un grupo de civiles alemanes, en los que había mujeres y niños y con unos cuántos soldados. Y los empleamos en un canje con soldados alemanes, para poder salir por patas en una situación complicada. Hasta ahí, normal.
Pero antes de que se diera el canje, le mandé una nota privada al director de juego. Se me quedó mirando con una extraña expresión y diciendo ¿En serio?. El resto de jugadores al oír eso, pensó que quizás estaba traicionándoles. Pero no.
Véis como el personaje de Silvia saca su bayoneta y se acerca al grupo de prisioneros. Sin mediar palabra, comienza a desjarretarlos. Sólo una pierna por preso.
La expresión de mis compañeros era para foto. Se quedaron flipados.
¡¡Pero estás loca!! ¡¡¿¿Qué haces??!! .
La explicación era sencilla. No sólo se tenían que hacer cargo de mantener a los civiles y los soldados que les devolvíamos, sino que tenían que hacerse cargo de heridos, lo que ralentizaría su avance y desviaría recursos. Recursos que no los dedicarían a perseguirnos o matar a otros de nuestro bando. Añadí algo así como "Eso sí, como nos pillen, nos podemos dar por jodidos".
Recuerdo que el comentario, al acabar la partida (en la que sobrevivimos todos menos el teniente, al que matamos cuando pretendía que no desertáramos), era
"Menos mal que las mujeres no participáis más activamente en las guerras, porque tenéis un peligro..."

Tenemos suerte de no vernos en esas situaciones, como las de Ruiz Vilaplana o la de mi imaginario soldado ruso. Miedo me da pensar en que nos viéramos en una de esas, en no saber como reaccionaríamos. ¿Saldrán todas esas sombras que se ven al otro lado del espejo?

3 comentarios:

Fran dijo...

Porque te conozco y sé que eres buena persona, pero si no, darías miedo. A mí no se me hubiera ocurrido nunca una salida así.

Silvia dijo...

Yo no sé porque se me ocurren salidas así. Quizás no sea tan buena persona

Turulato dijo...

Tu artículo aparece dividido, primero en tres párrafos, a los que sigue un bloque de varios párrafos y termina con un último párrafo.

2º párrafo de los tres primeros: su mujer, su hija de cuatro meses, su hijo de tres años, .., toda su familia encarcelada. Su mujer salió viva porque siguiendo el consejo del seminarista que estaba encarcelado con ella y que murió fusilado, se llevó a su hija en brazos cuando iban a ejecutarla. No se atrevieron.

Párrafo 3º de los primeros: Escuela de Estado Mayor del Ejército - 1984.

Bloque a continuación: FOFA - AirLand Battle 2000. Reglamento de Asistencia Sanitaria

Hay veces que las coincidencias asustan