martes, 2 de marzo de 2010

Una mañana extraña...

Beep, beep, beep.
Estiro un brazo hacia la mesilla, apago el despertador del móvil y me quedo unos minutos remoloneando en la cama.

Beep, beep, beep.

¡Pero qué mier...! ¡Si lo he apagado!. Vuelvo a estirar el brazo a tientas, pulso el botón algo más cabreada y me doy media vuelta en la cama.

Beep, beep, beep.

Siento unas ganas terribles de estirar el brazo, coger el móvil y estamparlo contra la pared, pero me contengo. En cambio, estiro el brazo, vuelvo a pulsar el maldito botón y me pongo las gafas y me levanto camino de la ducha.

Beep...

beep...

beep...

¿El móvil? En cuánto salga de la ducha, lo estampo.
Un parpadeo.
Abro los ojos. Mi vista es borrosa y al tocarme la cara, me doy cuenta de que no llevo las gafas puestas y de que aún sigo en la cama. ¿Ein?
Cojo el móvil, apago ese pitido odioso y miro la hora. Media hora más tarde de lo normal.
Me siento en la cama algo desconcertada. ¿Estaba soñando? Pues ha sido todo tan vívido que me daba la sensación de ser la realidad.
Vuelvo a repetir las mismas acciones que ¿hace un rato? y me voy a la ducha, con esa sensación de desconcierto. Sensación que no me abandona el resto de la mañana.

Beep... beep...

Vuelve a sonar mi móvil. Lo miro con cierta desconfianza.
¿Y si no estuviera escribiendo en el blog y estuviera a punto de levantarme por tercera vez en esta mañana?

Creo que necesito dormir más...

5 comentarios:

Turulato dijo...

De nuevo, una excelente historia a contar. Real o imaginada, ¿qué más da?.

Fran dijo...

Me gusta. Tienes facilidad para hacer que quién te lea se sienta partícipe de lo que sucede, como si lo viviera él mismo.
A mí intriga, ¿real o imaginada?

Silvia dijo...

Fran, no sé si tengo esa facilidad de la que hablas. Escribo como me sale. Unas veces el resultado es infumable; otras, no tanto.

En cuánto a esta historia, como todas, algo de la realidad es lo que las inspira. En este caso, esta mañana me levanté tras un sueño extraño pero muy real y viví buena parte de la mañana con una sensación de dejà vù un poco agobiante. Decidí escribirlo.

Un abrazo, guapetones.

alelo dijo...

A lo peor tampoco ninguno de nosotros está leyendo esto. Y si no lo leemos, tampoco podemos opinar. Volveré en media hora a ver si me aclaro.

Oshidori dijo...

¿Cómo era aquello? ¡Feliz Día de la Marmota! Aunque en versión abreviada...