domingo, 6 de diciembre de 2009

Llueve

Hoy ha amanecido lluvioso en Burgos. La casa permanece en silencio, sólo roto por el sonido de mis dedos al deslizarse por las teclas. De vez en cuando, alzo la vista para mirar por la ventana. Me gusta el verdor del campo que tengo frente a mí y el ver como las gotas de lluvia echan carreras por el cristal.

Siento una mezcla de sosiego, melancolía y hasta alegría, que no sé muy bien explicar, pero que me gusta.

Estoy en la habitación de mi abuela, pues he sido la única a la que no le ha dado reparos dormir en ella. Está tan impregnada de ella, de pequeños detalles que me la recuerdan, que ésto hace que la sienta mucho más cerca. Como que no hubiera fallecido y esté en la casa vieja dando de comer a las gallinas.
Hasta el color de las paredes, azul, que eligió porque a ambas nos gustaba (mi habitación es de un azul casi igual a éste) me hace pensar en ella. En algunos momentos, recuerdo o me fijo en algo y se me anegan los ojos en lágrimas. Pero no pasa nada, es bueno añorar a los que ya no están. Mientras eso sucede, aún viven.

La lluvia arrecia fuera y mientras hago ganas para ir a la piscina, me vuelvo a sumergir en ese cóctel de sentimientos que no sé explicar.

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