domingo, 30 de diciembre de 2007

Año nuevo

Mientras observa como se llena la bañera de agua caliente, repasa mentalmente la conversación de hace un rato con el que ahora ronca en el dormitorio. ¿Decepcionada? No, su comportamiento no le sorprende, sino que más bien, se lo esperaba. Está desconcertada, como le sucede siempre que quiere entender algo y no lo logra. Si nunca le pidió nada y estaban los dos de acuerdo con su relación, ¿por qué tiene que enmierdarlo él todo con un sentimiento falso? Si no hay ninguna clase de obligación, al menos, cuando hagas las cosas, hazlas con corazón. Esto lo único que logra es que desconfíe de él...

Cierra el grifo y se despoja del albornoz. Al entrar en la bañera, hace un gesto de desagrado. El agua está demasiado caliente, pero se acostumbra poco a poco. La bañera es enorme, más de lo que ella mide y se estira, notando como el agua caliente relaja los músculos y la espuma roza su piel. Y el tacto de la madera...
Unas horas antes probaron juntos la bañera, pero estaba más concentrada disfrutando de otras cosas. Ahora, nota la textura de la madera de hinoki en su piel. Entre el agua caliente, la espuma y la madera, se siente como si estuviera cubierta por multitud de caricias, mimada. Se sumerge entera en el agua, aguantando la respiración unos segundos. Al salir, apoya la cabeza en una toalla en el borde de la bañera y con el rostro tapado por otra toalla mojada, se propone olvidarse del mundo y dedicarse a deleitarse con todas las placenteras sensaciones de este baño. Las yemas de sus dedos recorren las paredes de la bañera, como devolviéndole las caricias. Es tan suave...

No sabe el tiempo que lleva en el agua, con los ojos cerrados. Nota como está algo más fría, pero lo que le devuelve a la realidad es un ruido de pasos. Sabe que él está en la puerta, seguramente observándola. Le oye acercarse y como pregunta "¿Me haces un hueco?". Asiente con la cabeza, sin decir nada ni hacer ningún gesto más. La verdad es que preferiría que él se volviera a la cama y la dejara tranquilamente con su baño, pero por suerte, la bañera es enorme. Nota el agua subir cuando él entra y como al rato, él le acaricia las piernas. No, si el muchacho tiene sus cosas cuando quiere...

- Tenemos que hablar.

Las tres palabras fatídicas. Lo primero que pasa por la mente de ella, es unos versos de una canción de Ricardo Arjona "Si esto fuera una olimpiada, romperías todos los records de arruinarnos el momento". Se incorpora un poco y se quita la toalla que le cubre el rostro. Maldita la gracia que le hace esta conversación pero aún así, le mira. ¡Dichosa curiosidad!.

Él se arranca a hablar y comienza una incesante verborrea de palabras vacías de contenido. Y ella, al oírle, recuerda unas palabras que le dijo un amigo hace muchos años al hablarle de una ruptura "Yo quería que me calentaran otras partes de mi anatomía, no la cabeza". Sonríe y le observa. Ya no ve al hombre al que desea y con el que se le pasó por la cabeza algo más que esta relación. Ahora cree tener frente a ella a un niño caprichoso al que le aterra estar solo.

-... y bueno, sabes que yo te quiero. ¿No dices nada?

Le sonríe. Y pensar que ha estado preocupada por esta historia...Ahora lo ve todo clarísimo.

- Hazme un favor. Abre el grifo del agua caliente.

Ella vuelve a tumbarse y a cubrirse el rostro con una toalla. No necesita mirar para saber que la expresión de él es de absoluto desconcierto.

- Entiendo que estés enfadada, pero...

No le deja continuar y le interrumpe con un "No estoy enfadada".
Y es cierto, no lo está. Ni tampoco dolida. Quizás cansada de aguantar tonterías. Y se pregunta el porqué las aguanta. Se retira de nuevo la toalla y le mira fijamente. Lo veía tan cercano y ahora está a años luz de ella. Se acerca a él y le besa antes de levantarse. Suavecito, con mimo.

Mientras se quita la espuma que cubre su piel, ve su reflejo desdibujado en el espejo cubierto de vapor y se sonríe. Como hace tiempo que no lo hacía...
Sale de la bañera y se cubre con el albornoz. Él, se incorpora, dispuesto a seguirla, seguramente convencido de que van a seguir la charla entre las sábanas. Ella coge una de las toallas y se la tiende.

- Vístete y vete.

Su tono de firmeza no deja lugar a dudas. No se queda a contemplar la cara de absoluta sorpresa. Regresa al dormitorio y rehace un poco la cama, deshecha después de su última "batalla" con él. Por el suelo, sus ropas tiradas. Tiene en las manos la camisa de él, cuando le ve salir del baño. Más que enfadado, parece aún sorprendido. Él se acerca, sentándose junto a ella. Parece que va a hablar, pero antes de que lo haga, ella le pone un dedo sobre los labios, silenciándolo.

- No me vale de nada que me digas que me quieres, porque ambos sabemos que eso no es cierto. Y esto no es lo que yo quiero - le sonríe y le da un piquito en los labios - Toma, tu camisa. ¿Pido a recepción que te llamen a un taxi? - No hay acritud ni reproche en las palabras de ella. Sólo la constatación de un hecho.

Mientras ella habla por teléfono con recepción, él se viste. Ella se acerca y con un gesto familiar, le coloca bien el cuello de la camisa por dentro del jersey.

- Si no estás enfadada, no lo entiendo. ¿Por qué?

- Precisamente por eso. Porque no lo entiendes - le mira con ternura, como mira a sus sobrinos cuando juegan con ella. Le da un beso en la mejilla y abre la puerta - Intentar ser feliz, ¿vale?.

Él la mira, reacio a marcharse, desconcertado. Parece que va a arrancarse a hablar, pero se queda mudo. Sabe que lo único que puede lograr insistiendo, es hacer que ella se cabree. Quizás más adelante pueda hacerla entrar en razón. Ahora, ni siquiera opone resistencia cuando ella lo empuja suavemente fuera de la habitación y cierra la puerta tras de sí.

Ella se apoya sobre la puerta, sabiendo que él está al otro lado. Durante unos segundos, con la mano sobre el picaporte, duda de si habrá hecho bien o no, pero son sólo unos segundos. Respira hondo y va a la cama. Aún huele a él, pero apenas tiene tiempo de darse cuenta, porque cae dormida casi al instante. Duerme como un bebé, como hacía noches que no lo hacía. Tranquila y relajada, aunque no puede contemplarse, está casi segura de que ha dormido sonriendo.

Por la mañana, oye el ruido de sus tacones sobre el mármol de la recepción. Y viene a su cabeza otra canción. Tarareándola, con su gafas ahumadas para protegerse del sol invernal madrileño, avanza con paso firme y una sonrisa. Recuerda algo que leyó no hace mucho. En Sicilia, para celebrar la llegada del nuevo año, tiran algunos muebles viejos por la ventana, para liberarse de lo malo que pudo suceder en el año que termina. Quizás no haya necesidad de escalabrar a nadie y basta con cerrar una puerta a tiempo.



Bebe - Ella

5 comentarios:

Turulato dijo...

Había hecho un comentario literario, pero lo he borrado. Aun siendo verdad, era intrascendente.
Y lo era porque he sentido que escribes como vives: Sintiendo con toda tu alma y aspirando vida por todos tus poros.
Consigues que quien te lee, esté y sea. Y que se haga la gran pregunta: Leyendo esto, ¿donde estoy, qué soy?.

Fran dijo...

Alucinado me he quedado. Veo el título y pienso, ya está, una felicitación llena de deseos para el próximo Año. Muy larga, pero felicitación al fin y al cabo.
Empiezo a leer y me quedo asombrado. Como Turu, siento que estoy en esa habitación.
Hasta puedo ver como le cae un mechón rubia a ella sobre la cara mientras duerme.
Un abrazo y Feliz 2008 a todos

Ana María dijo...

Cariño que este año llegue lleno de nuevas y grandes ilusiones como seguro que tendrá la protagonista de tu historia.

Mar dijo...

¡Qué felicidad cuando se consigue aunar decisiones con actuaciones!
¡feliz 2008!

Anónimo dijo...

Aquí estoy, la quinta, jodiendo las estádisticas, ya me vale.

Pues yo me he sonreído, dentro de la putada que es que te fastidien el momento, y me he acordado de aquel artículo de APR en el que ella le abrocha los botones de la camisa a él... "angelico".

Yo mejor no apoyo a nuestros dos caballeros, porque si llego a sentirme dentro de la habitación, le arreo un par de collejas que le apaño.

¿lo borro, no lo borro? ES que me ha salido agresivo el comentario, pero como normalmente escribo lo que siento, lo dejo. Será que a mí también me han fastidiado el día (aunque sea por otros motivos, claro, jeje).

Besines