martes, 4 de septiembre de 2007

Un pequeñito homenaje



Todos los días, al llegar a casa, siempre había un "miembro" de la familia, que salía a saludarme y a "hacerme una fiesta" por mi llegada: mi perra Linda. Pero hoy, al volver a trabajar, ya no se oían sus pasos por el pasillo al abrir la puerta, ni los golpes que daba con la cola en el recibidor al moverla de alegría al verme, ni se me acercó a ver si la daba algo de comer.

Al regresar del examen, la encontré tumbada a los pies de mi cama, como tantas otras veces. Fui a la cocina y no vino ipso facto al escuchar el ruido de la nevera al abrirse y ni siquiera reaccionó ante un trozo de jamón que le ofrecí, con lo que le gustaba. Lo único que hacía era mirarme con ojos cansados, mientras le acariciaba el hocico y le hablaba.

Al acabar de comer mis padres y yo, como si hubiera estado esperando para no molestar, se levantó pesadamente de mi habitación y fue a tumbarse al baño. Me senté en el suelo, a su lado, con su cabeza sobre mis piernas, acariciándole la cabeza como tantas otras veces y llorando. Y esas otras veces, al notarme triste, lamió mis manos en un último esfuerzo, intentando reconfortarme. Al poco, sin hacer ruido, entre caricias, ha dejado de respirar. Y yo, sin poder parar de llorar, he comenzado a recordar...

Esa tarde de mayo de hace más de once años en la que llegó Raquel con un cachorro "que no crecía y al que iban a sacrificar" y que formó parte de nuestras familia. ¡Como nos reíamos viendo sus esfuerzos por atacar a un husky de peluche que era más grande que ella! O cuando, ya de adulta, mis hermanas y yo intentamos bañarla en casa y el estado en que acabamos nosotras y el cuarto de baño. Las broncas de mi madre cada vez que le birlaba un trozo de jamón en un descuido. O cada vez que me veía triste, como se acercaba a mí, me daba con el hocico en las manos y me daba "besitos", tumbándose a mi lado hasta que se me pasaba. El disgusto de todos cuando se perdió en Burgos en la nieve...El verla correr por toda la casa cuando entraba una mosca y no paraba hasta cazarla...
¡Tantos y tan agradables recuerdos!

Sé que era sólo un animal, pero en algunas de sus reacciones, era más humana que algunos humanos que conozco. Y ahora mismo, echo de menos no tenerla tumbada aquí a mi lado mientras tecleo y verla levantar la cabeza mirándome como diciendo "¿Quieres dejar de darle a la tecla que no me dejas dormir?". Y que no venga a lamerme las manos al verme llorar...

9 comentarios:

Anónimo dijo...

es lo que tienen los bichiños... dejan un hueco lleno de recuerdos personales e intransferibles.

ánimo, nena

Anónimo dijo...

Lo siento, peque, que sé el cariño que le tenías.
Un beso

BLAGDAROS dijo...

La verdad es que era una perra que se hacía querer.

Lo siento.

Un abrazo.

Anónimo dijo...

No son sólo animales, son parte de nuestra vida y nuestros sentimientos. Sé cómo te sientes ahora.
Un abrazo muy fuerte.

Turulato dijo...

Lo siento, lo siento mucho.

Mar dijo...

Lo siento muchísimo. Un abrazo enorme.

Silvia dijo...

Gracias a todos por los ánimos.
Un beso

Vitore dijo...

Por no leer últimamente blogs me he perdido esta entrada. Siento lo del tu perrita, de verdad. Besos.

Silvia dijo...

Gracias Vito. Cada día la hecho más de menos y se me hace extraño no tenerla trasteando por aqui.
Un beso