lunes, 23 de abril de 2007

Día del libro

Que os regalen a todos muchos libros y rosas. Yo os dejo aquí un regalito, dos fragmentos de libros que me gustan mucho.


Crónicas marcianas - Ray Bradbury
Agosto de 1.999. Noche de verano
La gente se agrupaba en las galerías de piedra o se movía entre las sombras, por las colinas azules. Las lejanas estrellas y las mellizas y luminosas lunas de Marte derramaban una pálida luz de atardecer. Más allá del anfiteatro de mármol, en la oscuridad y la lejanía, se levantaban las aldeas y las quintas. El agua plateada yacía inmóvil en los charcos, y los canales relucían de horizonte a horizonte. Era una noche de verano en el templado y apacible planeta Marte. Las embarcaciones, delicadas como flores de bronce, se entrecruzaban en los canales de vino verde, y en las largas, interminables viviendas que se curvaban como serpientes tranquilas entre las lomas, murmuraban perezosamente los amantes, tendidos en los frescos lechos de la noche. Algunos niños corrían aún por las avenidas, a la luz de las antorchas, y con las arañas de oro que llevaban en la mano lanzaban al aire finos hilos de seda. Aquí y allá, en las mesas donde burbujeaba la lava de plata, se preparaba alguna cena tardía. En un centenar de pueblos del hemisferio oscuro del planeta, los marcianos, seres morenos, de ojos rasgados y amarillos, se congregaban indolentemente en los anfiteatros. Desde los escenarios una música serena se elevaba en el aire tranquilo, como el aroma de una flor.
En uno de los escenarios cantó una mujer.
El público se sobresaltó.
La mujer dejó de cantar. Se llevó una mano a la garganta. Inclinó la cabeza mirando a los músicos, y comenzaron otra vez.
Los músicos tocaron y la mujer cantó, y esta vez el público suspiró y se inclinó hacia adelante en los asientos; unos pocos se pusieron de pie, sorprendidos, y una ráfaga helada atravesó el anfiteatro. La mujer cantaba una canción terrible y extraña. Trataba de impedir que las palabras le brotaran de la boca pero éstas eran las palabras.

She walks in beauty, like the night
Of cloudless climes and starry skies;
and all that's best of dark and bright
Meet in her aspect and her eyes.

La cantante se tapó la boca con las manos, y así permaneció unos instantes, inmóvil, perpleja.
- ¿Qué significan estas palabras? - preguntaron los músicos.
- ¿De dónde viene esa canción?
- ¿Qué idioma es ese?
Y cuando los músicos soplaron en los cuernos dorados, la extraña melodía pasó otra vez lentamente por encima del público que ahora estaba de pie y hablaba en voz alta.
- ¿Qué te pasa? - se preguntaron los músicos.
- ¿Por qué tocabas esa música?
- Y tú, ¿qué tocabas?
La mujer se echó a llorar y huyó del escenario. El público abandonó el anfiteatro. Y en todos los trastornados pueblos marcianos ocurrió algo semejante. Una ola de frío cayó sobre ellos, como una nieve blanca.
En las avenidas sombrías, bajo las antorchas, los niños cantaban:
...and when she got there,the cupboard was bare, And so her poor dog has none!- ¡Niños!- gritaron los adultos - ¿Qué canción es esa?¿Dónde la aprendistéis?
- Se nos ha ocurrido de pronto. Son sólo palabras, palabras que no se entienden.
Las puertas se cerraron. Las calles quedaron desiertas. Sobre las colinas azules se elevó una estrella verde.
En el hemisferio nocturno de Marte los amantes despertaron y escucharon a sus amadas, que cantaban en la oscuridad.
- ¿Qué canción es esa?
Y en mil casas, en medio de la noche, las mujeres se despertaron gritando. Las lágrimas les rodaban por las mejillas y los hombres trataban de calmarlas.
- Vamos, vamos. Duerme. ¿Qué te pasa? ¿Alguna pesadilla?
- Algo terrible va a ocurrir por la mañana.
- Nada puede ocurrir. Todo está muy bien.
Un sollozo histérico: -¡Se acerca, se acerca!¡Se acerca cada vez más!
- Nada puede sucedernos. ¿Qué podría sucedernos? Vamos, duerme, duerme.
El alba de Marte fue tranquila, tan tranquila como un pozo fresco y negro, con estrellas que brillaban en las aguas de los canales, y respirando en todos los cuartos, niños que dormían encogidos con arañas en las manos cerradas, y amantes abrazados, y un cielo sin lunas, y antorchas frías, y desiertos anfiteatros de piedra.
Sólo rompió el silencio, poco antes del amanecer, un sereno que caminaba por una calle distante, solitaria y oscura, entonando una canción muy extraña.


Amores - Publio Ovidio Nasón
Libro II
Poema 9
¡Oh Cupido, nunca satisfecho en tu ira contra mí, oh niño aposentado perezosamente en mi corazón!¿Por qué me molestas a mí que, soldado tuyo, nunca he abandonado tu bandera, y por qué me hieres en mi propio campamento? ¿Por qué tu antorcha abrasa a los amigos y tu arco los saetea? Mayor gloria sería para tí vencer a los que se te oponen. ¿Qué? ¿No ayudó el héroe de Hemonia con su ciencia médica al herido, después de haberlo atravesado con su lanza?. El cazador persigue lo que huye pero deja lo que ha cazado y siempre busca algo que añadir a lo encontrado. Nosotros, pueblo rendido a tus pies, somos quienes experimentamos tus armas, mientras que tu mano perezosa se retira del enemigo que te hace frente. ¿Por qué disfrutas al embotar en huesos descarnados tus dardos ganchudos?, pues descarnados me dejó los huesos el Amor.
¡Hay tantos hombres sin amor, tantas mujeres sin amor!, de ellos podías obtener un triunfo con mucha gloria. Roma, si no hubiese desplegado sus fuerzas por el mundo entero, aún ahora estaría hecha de cabañas cubiertas de paja.
Después de haberse fatigado, el soldado marcha a los campos que le han concedido; al caballo se le deja ir libre de ataduras a los pastizales; amplios astilleros protegen a la nave de pino sacaba a tierra; y se reclama la inofensiva espada de madera una vez usada la metálica. También para mí, que tantas veces he servido en el amor de una mujer, sería ya el tiempo de jubilarme y vivir tranquilamente.
Poema 9b
Si un dios me dijera "vive sin amor", yo le suplicaría que alejara de mí tal orden: hasta ese punto la mujer es un mal agradable. Cuando he llegado a un aburrimiento total y ha mennguado en mi espíritu el fuego de la pasión, me veo empujado por no sé qué torbellino de mi mente desgraciada. Como un caballo demasiado duro de boca arrastra al precipicio a su jinete que en vano sujeta el frenolleno de espuma, como un viento repentino arrastra a alta mar a una barca, cuando casi ya tomando tierra tocaba puerto, así me arrebata a mí muchas veces la bria inconstante de Cupido, y el Amor vestido de púrpura vuelve a tomar las armas conocidas.
¡Dispara, niño, contra mí! Desnudo y sin armas me ofrezco a tí, aquí tienes tú fuerzas; aquí actúa tu diestra: hacia aquí llegan ya espontáneamente tus flechas, como si tú se lo hubieras mandado. Apenas su aljaba les es más conocida que yo.
Infeliz aquel que consiente en estar descansando la noche entera y llama al sueño su gran recompensa. Tonto, ¿qué es el sueño sino la imagen de la helada muerte? Ya te dará el destino tiempo ilimitado para que descanses.
A mí, que me engañen unas veces las palabras de mi traicionera amiga (gozos grandes, en verdad, me proporcionará la espera) y que otra me diga lindezas o me dirija reproches. Disfrute yo a menudo de mi dueña, a menudo retíreme rechazado.
Es por tu culpa, Cupido, por lo que tu padrastro Marte es ambiguo: mueve tu padrastro sus armas a ejemplo tuyo. Tú eres ingrávido y mucho más obediente al viento que tus alas; y das y niegas los goces con incierta constancia. Pero si, en compañía de tu hermosa madre, escuchas mis ruegos, ejerce sobre mi corazón tu poder sin abandono. Sométanse a tu poder las mujeres, muchedumbre demasiado veleidosa: habrás de ser así venerado por ambas partes.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Muchas gracias, guapa! Que te regalen a tí muchas rosas (pero sin espinas) y unos cuántos libros (aunque es díficil acertar contigo).
Me han gustado los textos que has puesto (no he leído ninguno de los dos libros) y trataré de hacerme con las "Crónicas marcianas" para leerlo estos días, que tengo tiempo entre picor y picor.
Un beso variceloso

Turulato dijo...

¡Pobre Fran!; tanto chocolate..
De los días dedicados a algo, el 23 de Abril es el que me cae más simpático, pues sí leyésemos viviríamos mejor. ¡Y es tan agradable leer!.
Gracias por tu regalo.¡Y muy interesantes los libros elegidos!

Anónimo dijo...

Hombre, Turu, no es de recibo meterse con un pobre enfermo.
Si fuera por comer chocolate dejaba de comer y listo, pero el responsable de los picores es un virus contagiado por un amigo de mi enano.
Así que como el culpable no es el chocolate, voy a zamparme un trozo de brownie. Y es que aquí la rubia ha venido este mediodía a vernos y nos ha traído un brownie casero.
Y me ha dejado sus Crónicas marcianas. Si es que vale un imperio...
¡Redios, como me pica todo el cuerpo!

Anónimo dijo...

Gracias por estos fragmentos tan deliciosos. Me encanta Ovidio.
¡Ánimo, Fran! Yo también pasé la varicela de mayorcico y sé lo espantosa que es.

Silvia dijo...

Turu, deja al pobre Fran que está pachucho. Ni mi hermana que pasó una varicela muy chunga, tenía tantos granos en la cara.
Si leyésemos, tendríamos más información y más capacidad de análisis... aunque a lo mejor hay a quien no le interesa eso.
Respecto a los libros, me costó elegir, porque me gustan muchos y muy variados.

Fran, el brownie era para tí y tu niño. ¡Déjale un trozo! Y disfruta del libro.

Oshi, todo lo que he leído de Ovidio (que ha sido Las metamorfosis, el Amores y el Arte de Amar) me ha encantado.
Tengo otras obras suyas en la lista de pendientes, pero es que esa lista es muy larga y cada día crece más.

Besos a todos