lunes, 16 de abril de 2007

Así lo veo

En este artículo, Turulato escribió una frase ("Soy "hijo" de los años 60 del siglo pasado") que me hizo preguntarme sobre la paternidad de mi generación. Y le prometí un artículo, pero lo dejé durmiendo el sueño de los justos.

Hoy al leer en su comentario a este otro artículo estas palabras ("Creo que mi generación no ha sabido insinuar a sus descendientes que es vivir. Les hemos solucionado demasiadas cosas; hemos procurado hacerles la vida fácil...") me acordé de mi deuda.

Yo no tengo tan claro como Turulato la paternidad de mi generación. Más bien creo que somos huérfanos que han pasado por varias casas de acogida, algunas radicalmente opuestas entre sí, que han aumentado nuestra confusión.
Y hay que ver que casas...
Una fue la cultura del pelotazo y del chanchulleo. ¿Quién no recuerda a Mario Conde con su pelo engominado y forrado de pasta? O al Dioni como una especie de héroe popular... Y el célebre "¿Qué hay de lo mío?". ¿Quién no ha tenido algún conocido que quería ser como ellos?
Éxito fácil, sin tener ningún contratiempo y sin esfuerzo alguno. Si eras un poco listo, te esperaba un pedazo de chalet, la casa en la playa, el Mercedes, la cuenta en Suiza, el yate y las joyas...
Hay otra "casa" a la que no sé como llamar. Nosotros nacimos en los últimos años de la Dictadura o durante la Transición y hemos crecido a la par que nuestra democracia. Y dado que no tenemos la práctica con la democracia que tienen en otros países, creo que nos hemos quedado con la parte de los derechos y obviamos la parte de las obligaciones (problema que no es exclusivo de mi generación).

Turulato dice que han procurado hacernos la vida más fácil y es cierto (cosa que le agradezco).
Pero al no querer que pasáramos las mismas privaciones que ellos, nos dieron todo masticado y aprendimos más tarde a valorar las cosas en su justa medida, lo que nos supuso un problema a la hora de enfrentarnos a la realidad y a los verdaderos problemas.

Parece todo un poco negro, ¿no? Pero no lo es tanto. Ni somos tan apáticos (sólo reaccionamos un poco más tarde) ni tan individualistas como nos tildaron, nos comprometemos y arrimamos el hombro si creemos que la causa merece la pena, somos moderadamente optimistas y mucho más realistas que las generaciones que nos siguen...

No estamos tan mal, ¿no?

4 comentarios:

Turulato dijo...

No, no estáis tan mal. Es más, tenéis muchísimas cosas buenas; la mayoría.
El quid del asunto reside en que no basta tener sino ejercer; como se ejerce, como se vive, en que nos esforzamos,..
Quizá das en el clavo cuando mencionas las obligaciones. Creo más en ellas, pues una obligación cumplida satisface siempre un derecho de otro, mientras que un derecho reclamado sólo origina una litis.
Por eso, la Justicia se alcanza a través de las Obligaciones y no tanto de los derechos

Anónimo dijo...

Yo me quedo con tu última parte del post. No, no estamos tan mal, y arrimamos mucho el hombro, mucho. Hay que confiar. Lo que pasa que luego tenemos una serie de valores materiales sin los cuales no nos sentimos realizados como personas, y eso, sintiendolo mucho, no es algo que se haya creado por generación espontánea, es algo que nos han inculcado poquito a poco (o a bocajarro).

Tú qué quieres ser de mayor? No importa, pero quiero tener pasta, una casa, un mega-coche que cambiar cada 4 años, un chalet en la playa y dinero para irme de viaje tantas veces como me plazca... Ains.

Tengo pendiente el artículo de "Turu". No se me enoje usted, caballero, voy ASAP.

Besos
Chus

Anónimo dijo...

Fronteriza a la generación de Turu, la mía "cayó" en una tierra de nadie en la que se era demasiado joven para decidir e, inmediatamente, fue superada por los Jóvenes Aunque Suficientemente Preparados (lo cual se demostró rigurosamente incierto)que venían arreando. Nos tocaron en suerte todos los cambios posibles: la Reválida, el COU, y el tránsito de la dictadura a la democracia casi en cuestión de meses. Había que asimilar las novedades a velocidad de ciclón y no dejarse deslumbrar por ellas. Reconozco que fue divertido, amargamente divertido a veces -¿por qué negarlo?- pero mereció la pena. Mangantes y desaprensivos los ha habido siempre en todas las generaciones y eso es algo sin solución. Lo que cada vez veo menos son idealistas, están en franca extinción.
Tu artículo, Elo, me parece muy certero aunque creo que otorga a tu generación un cierto complejo de culpabilidad (los complejos de culpabilidad son más para Turu y un servidor, que podíamos dar seminarios sobre ellos). No estáis mal. Aunque lo realmente importante es que podéis estar mucho mejor, pues tenéis más información y más medios de acceso a ella. Tenéis más cerca -como muy bien apunta Turu- la posibilidad de ejercer obligaciones y dejar el mundo un poquico mejor de cómo lo encontrásteis.
Besicos.

Silvia dijo...

Aunque a veces cuesta mantenerse así, visto los mamoneos que se ven, yo también creo más en las Obligaciones.
Hace años, cuando leí "Starship Troopers" dije que no me desagradaba la idea que plantea Heinlein de cumplir con un servicio (en este caso militar, pero no necesariamente) para poder adquirir la ciudadanía y una serie de derechos. Creo que si nos involucráramos más con la sociedad en la que vivimos, valoraríamos las cosas de otro modo.

Chus, es cierto que tenemos unos valores materialistas. No sé pues no dispongo de ningún tipo de dato y puede ser una teoría disparatada, pero creo que puede tener que ver con el hecho de que nosotros fuimos la primera generación en la que el divorcio fue algo normal.
Ya no solo que nuestros padres querían evitar que pasáramos por las mismas privaciones que ellos, sino porque en algunos casos esos objetos materiales fueran una forma de comprar el afecto de unos hijos en un hogar roto. Esos niños, al tener más que los otros, acababan convirtiéndose en los más populares y los demás, porque éramos críos, íbamos con el cuento de "Mamá, ¿por qué fulanito tiene esas zapatillas y yo no?"...

Oshi, a nosotros los JASP (que en realidad es Jodidos, Arruinados y Sin Pasta) también nos tocó vivir una serie de cambios, quizás no tan radicales (aunque vivimos la caída del muro de Berlín y el fin del comunismo) como los vuestros.
Tienes mucha razón en que disponemos de mucha información pero ¿y del criterio para manejarla? Porque el criterio hay que entrenarlo a lo largo del tiempo y en parte, nos dieron todo demasiado fácil y el nuestro puede estar un poco oxidado.
Claro que podemos (y debemos) ejercer nuestras obligaciones y dejar un mundo un poquito mejor, pero necesitamos ayuda. Como dice Chus, nosotros tenemos una serie de valores materiales demasiado arraigados. Quizás necesitamos que nos peguéis un poco del idealismo de tu generación, que los de la generación de Turu compartan su experiencia con nosotros y los que vienen detrás, nos presten un poco de su empuje.
Oshi, aprovecho para preguntarte, ¿podría enlazar tu blog a la bodeguita?
Besos