lunes, 19 de febrero de 2007

Mi fin de semana (II): Kiwon Park

El viernes echando un vistazo a la guía del ocio para hacer planes el fin de semana, hubo algo que me llamó la atención en la información sobre el museo Reina Sofía.

"Kiwon Park: El peso de la ligereza. Varios. El artista modifica el espacio a través de una grasa para conseguir una mirada íntima sobre él."

¿Grasa? ¿Espacio?
Se me pasaron por la cabeza muchas imágenes y se despertó mi curiosidad. Tanto, que me prometí a mi misma que pasaría por el museo antes de irme al teatro. Cosa que hice. Pero el sábado estaba cerrada la exposición porque estaban retocándola. Así que el domingo, antes de ir a tomar el aperitivo con una amiga, me acerqué.

Había mucha gente, que ese día es gratis y se nota. Al acercarme a la sala, un olor que me resultaba familiar. Me recordaba el de mi Barbour cuando está recién engrasado. Me descalcé y entré a la obra. ¡Qué gozada!


El suelo estaba recubierto por unas fundas de plástico transparente rellenas de una sustancia parecida a la gelatina y cuando pisabas era una sensación agradable, como cuando te subes a una colchoneta hinchable. Si no hubiera habido nadie, me hubiera gustado tumbarme en medio de la sala y disfrutar.
Porque la grasa de las paredes, junto con la luz, daban a toda la sala un aura de calidez, de vida, que contrastaba con el gris de las paredes del resto del edificio.
Me encantó. Ver las gotas de grasa, que por efecto del calor de las luces, bajaban muy despacio por la pared, como si de sudor se tratase hizo que en mi mente "humanizara" el edificio.

Estuve en esa sala hasta que el sonido de mi móvil me sacó de mis ensoñaciones. Salí, me calcé y me fui con una sensación agradable.

¡Lástima no haberme enterado antes porque era un sitio muy relajante!

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Pues que quieres que te diga, a mi no me resulta nada atractivo.
Relajante es una playa en el Caribe, solecito y un cóctel en una mano. No una habitación con las paredes cubiertas de grasa.
A veces eres de un rarito...

Anónimo dijo...

Es realmente tentadorrrrr. Y muy bonito eso de las gotas de sudor humanizando la sala, aunque la grasa no se...
Un beso

Silvia dijo...

Fran, pues a mí me pareció una gozada.
La calidez que transmitía esa sala en contraste con la solemnidad del resto del edificio, relajaba. Además, sabes que a mí de vez en cuando me dan mis "yuyus", en los que me quedo conmigo mismo, en paz, tranquilita.

Tha, creo que lo de menos era la grasa sino esa calidez que quizás la podía haber logrado con pintura o cubriendo de telas vaporosas las paredes...

Lo descubrí de chiripa y ha sido genial.

Besos

Turulato dijo...

Dedicaré un artículo a comentarte. Es muy importante lo que has sentido y lo que dices.
Porque el Arte sí es, es hacer sentir.

Silvia dijo...

Dianora, para relajarse, realmente no hace falta irse a ningún sitio, sólo abstraerse de uno mismo un poco. Aunque una buena playa y el sonido del mar hacen mucho por esa abstracción :-)

Turu, muchas gracias. Me gusta el Arte y quizás me falten conocimientos, pero creo que los suplo con sentimientos.

Besos