sábado, 15 de abril de 2006

Semana Santa

Yo creo en Dios (aunque mi Dios pertenece a mi ámbito privado y no es como el que 'publicita' la iglesia Católica).

Estoy bautizada e hice la primera comunión (e incluso hubo una época en la que fui monaguillo), pero no soy una persona practicante. Jamás estudié religión en el colegio o instituto (soy de ética) y cuando tocó el turno de confirmarme, me abstuve de hacerlo porque habría mentido.
Y aunque no estoy de acuerdo con muchas de las doctrinas de la iglesia Católica, tampoco le tengo la manía que le tienen personas de mi entorno. Incluso en alguna ocasión, me ha tocado salir en su defensa, ya que veo muy hipócrita atacar algo empleando las armas que tanto te ofende que emplee tu enemigo.

¿A qué viene todo esto? Pues que a pesar de no considerarme católica, hay algo que siempre me ha atraído, desde pequeñita. Además de las iglesias y claustros (que me relajan), me encantan las ceremonias y rituales. Y sobre todo, la Semana Santa.

El domingo pasado, bajé a la iglesia para recoger un ramo para cada una de mis sobrinas. Son muy pequeñas y no se enteran, pero se lo pasaron muy bien (aunque su tía se llevó un par de zurriagazos con los ramos de no te menees).
El viernes iban a ver las procesiones en Burgos. Ainhoa se vuelve loca por una figurita que tengo en mi habitación de un cofrade, así que es posible que le haya gustado. O a lo mejor, se ha sentido intimidada como me pasaba a mí cuando era muy pequeña.

Pasada esa época de intimidación, reconozco que iba encantada a las procesiones.
Las bandas con los tambores y las cornetas, los cofrades cargando los pasos, algunos de los penitentes que han hecho promesas y están cumpliéndolas...y las imágenes de los pasos. Hay uno en Burgos, que se conserva en el museo de la Catedral, que me conmueve especialmente. Representa a Jesucristo, sólo y desvalido, atado a la columna dónde lo han flagelado y con todo el cuerpo cubierto de llagas, con la cabeza inclinada en un gesto de dolor y resignación...Era verla y se me saltaban las lágrimas.

Este año, he asistido por primera vez a una procesión en Madrid). Y ya que lo hice, lo hice en la más grande, la del Cristo de Medinaceli. Es una de las imágenes que más seguidores tiene en Madrid (tiene fama de milagrero) y el primer viernes de marzo, hay un besapies que congrega a muchos fieles. La verdad es que todos los viernes del año hay muchísimas colas en esa iglesia para ver la imagen.

Así que después de comer con un amigo, al que no convencí para que me acompañara y a pesar de la lluvia intermitente, me fui temprano para coger un buen sitio. Pero eso mismo debieron de pensar las miles de personas que ya estaban en la calle cuando llegué. A pesar de la gente, no he conseguido un mal sitio y he de reconocer que ha sido emocionante. Y eso que pensé que al ser más grande que las burgalesas, iba a perderse un poco de emoción, pero para nada.

Cuando he oído la saeta que le han dedicado al Cristo desde el Palace, se me han puesto 'los pelos como escarpias' y el ver a los penitentes, me he conmovido. He visto a una amiga de mi madre entre ellos. Durante dos años, llevó a diario el hábito de los fieles del Cristo y asistirá durante veinte años a la procesión como penitente. Da igual si está cansada por el trabajo (que se pega unas buenas palizas) o incluso algo 'pocha'. Dice que hizo una promesa y que éstas hay que cumplirlas.
Y aunque desde la lógica me puede parecer algo exagerado todo eso, por otro lado, me parece admirable.

Más tarde llegó el turno de la imagen.



Vale, no me conmueve tanto como mi Cristo burgalés, pero reconozco que tiene algo. Supongo que es la misma expresión de dolor y resignación.

Aunque quizás sea, que a pesar de ese dolor y esa resignación, encuentro un resquicio para la esperanza.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Me gusta tu estilo. Y también tu manera de vivir.
Yo creo que estás "preparada"; sólo falta que tú lo aceptes.
Es de noche.. Voy hacia el Bosque Negro.

Anónimo dijo...

Por cierto..; estabas en Barcelona esta tarde, ¿verdad?

Silvia dijo...

Osoelfo, bienvenido.
No salgas de noche, que tenemos la Tierra Media plagadita de orcos y Nâzgules y tienen muy malas pulgas. Y seguro que eres un buen osoelfo.
No tengo por aquí ni miel ni bayas, pero si esperas un segundo, consigo yo un bote de miel de la Alcarria que no tendrá nada que envidiar a la de Beorn.
Y entre rebanada y rebanada de lembas con miel, me cuentas para que estoy preparada y que es eso de Barcelona, que no acabo de pillarlo.
Un abrazo

Anónimo dijo...

Prefiero comentarte algo sobre el Cristo de Medinaceli..
Mírale a los ojos..
¡Qué solo está!. Su mirada es inmensamente triste.
Le han abandonado.
Ha venido con la sonrisa en los labios, la paz en el alma, dispuesto a enseñarnos lo bonito que es vivir.
Y lo único que ha encontrado es gente que le pide que le toque la "loto"..

Silvia dijo...

Hace años le miré a los ojos y sentí vergüenza.
Ahora, junto con la vergüenza y la pena, siento un tremendo agradecimiento.
Y no hay que ser tan negativos, osete. Hay quien se acerca a él con otras peticiones menos materiales. Incluso hay algunos que se acercan a agradecer y no a pedir.
Un abrazo

Turulato dijo...

Gracias. Aprendo de tí. Un lujo

Luis Caboblanco dijo...

La fe siempre pertenece al ámbito privado. Cosa diferente es como se manifieste, transformándose en ese mismo momento en una manifestación puramente cultural. Yo no soy amigo de procesiones; las veo vacias y superficiales pero como no soy quien para juzgar a nadie, que las disfruten desde dentro aquellos que las sientan, y desde fuera aquellos a los que les gusten...

Un saludo

Silvia dijo...

Dianora, yo he tenido altibajos en mi fe, aunque nunca perdí la esperanza.
En cuánto a los "Pedros", tuve que sufrir a muchos de esos maleducados cuando trabajaba de guía. Lo irónico es que la mayoría se vanagloriaban de ser muy respetuosos o de ser muy tolerantes (salvo, casualmente, con la iglesia católica). Incluso alguno me acusó de irrespetuosa con los mayores cuando le eché la bronca.

Caboblanco, y como una seña de nuestra identidad cultural hay que protegerla (sin olvidar el beneficio económico que conlleva)

Un saludo