domingo, 19 de marzo de 2006

Portugal: Lisboa (III)

Ya he visitado con la memoria algunas de las zonas más emblemáticas de Lisboa, como pueden ser la Baixa, Pombal o la Alfama. Hoy visitaré el Bairro Alto y el lugar desde el que salieron los hombres que forjaron un imperio: Belém.

En el anterior artículo me había quedado reponiendo fuerzas en una terraza de la Baixa, así que después de darme un poquito a la gula, me acercaba hasta la praça dos Restauradores para tomar el elevador da Glória, que me llevaría hasta el Bairro Alto . El trayecto no era muy bonito, pero tenía su magia, porque sabías que al final de la ascensión, a mano derecha, estaba el miradouro de São Pedro de Âlcántara, desde el que se podía ver una preciosa panorámica del castillo y de la Alfama.
Cruzaba la calle y caminando un poquito, estaba el Instituto do vinho do Porto , dónde se puede probar y comprar una gran variedad del vino más famoso de Portugal (Aunque lo mejor para eso, es hacerse una escapadita a Oporto y visitar una bodega).

Dejando a un lado la iglesia barroca de São Roque, tomaba la Rua Nova da Trindade, donde se puede encontrar una de las cervecerías más famosas de Lisboa, la Cervejaria da Trindade . A pesar de estar lleno de turistas, no es un sitio excesivamente caro y la calidad del marisco es buena. Además, los azulejos de sus paredes son una maravilla y cierran tarde por las noches, una ventaja para los españoles que estamos acostumbrados a unos horarios más tardíos que los portugueses.

Al llegar a la intersección con la Rua Garrett , tenía que hacer una elección. A mí derecha, se veía la plaza de dedicada al autor de Os Lusíadas , Camões , camino que me adentraría en el bairro Alto . O bien, podía ir por mi izquierda, tomando la Rua Garrett que me acercaría a la Baixa mientras paseaba por las calles de Chiado , opción que tomaría porque tenía una cita con un caballero muy agradable, aunque algo silencioso.

Barrio comercial y bohemio, Chiado trata de recuperar el pulso tras el trágico incendio de 1.988, cosa que creo que ha hecho bastante bien. Un poquito más adelante, en la misma calle Garrett, Don Fernando Pessoa, mi silencioso amigo, me esperaba sentado frente al café A Brasileira , uno de los cafés emblemáticos de Lisboa. En la silla, a su lado, siempre había un turista haciéndose una foto, estampa casi obligada entre los visitantes (ahora que lo pienso, yo nunca me la hice. Voy a tener que volver a Lisboa...). En el café, por las tardes, siempre podías escuchar a algunos 'parroquianos' practicando el noble deporte de la tertulia. 'Deporte' que están tratando de revitalizar diversas asociaciones. A ver si alguien se anima en Madrid a hacer lo mismo...
Tras visitar a Don Fernando y dejando atrás los bellos escaparates de cafés y tiendas, llegaba hasta los Armazens do Chiado , que tras estar durante años en ruinas, han sido restaurados y albergan importantes tiendas de moda, librerías, restaurantes y un hotel en sus plantas superiores.

Mis pasos me llevaban hasta la frontera con la Baixa. Con el elevador de Santa Justa como nexo al valle, están la rua y el Largo do Carmo , con la iglesia y el convento góticos del mismo nombre. Bueno, más bien las ruinas que dejó el terremoto de 1.755. Del convento, apenas quedó en pie los arcos ojivales. De la iglesia, una de las más grandes de la época y que estaba llena cuando ocurrió la catástrofe, parte de la nave principal y el coro con su tejado. En el interior, hay ahora un museo arqueológico. Cerca del recinto del convento y de la iglesia, está el Quartel do Carmo dónde Marcelo Caetano se refugió durante la revolución de los claveles y dónde finalmente aceptó entregar el poder a los 'capitanes de abril'. Después de recorrer en una sola manzana, siglos de la historia de la ciudad, desandaba mis pasos hasta la praça de Camões

El Bairro Alto siempre tuvo fama de bohemio y vividor. De día, andando por sus calles y travesías, captas el ritmo cotidiano de la ciudad. Entre sus tiendas de antigüedades y librerías, puedes ver a lisboetas y turistas paseando o disfrutando de una 'bica' en cualquiera de sus cafés, niños jugando y haciendo trastadas por la calle, mujeres tendiendo la ropa...A pesar del movimiento que tiene como cualquier ciudad viva, todo tiene esa pátina de tranquilidad y de suavidad, como si el río que baña la ciudad, marcara el ritmo de sus habitantes. De noche, el barrio cambia y se gana justamente su fama de bohemio y vividor. Tascas y cafés donde disfrutar de una buena cena; las voces rotas que salen de las casas de fado y que se mezclan con los ritmos más actuales de los bares de copas; algún artista callejero intenta sacar algo de dinero con su número...Es un excelente punto de partida para comenzar una noche de juerga en Lisboa y acabar después en los bares y discotecas de las "doças" a la orilla del río.

Antes de ir a Belém, tengo que hacer una parada en un sitio especial para mí. Cojo el ya familiar tranvía número 28 en la plaza de Camões y me paro cerca de la plaza Largo da Estrela , dónde siento que vuelvo a tener 7 años y que es mi primera vez en Lisboa. Estoy frente al primer monumento que visité en la ciudad, la basílica do Coração de Jesús o basílica da Estrela y detrás mío, está el Jardim da Estrela , el más antiguo de Lisboa y en el que pasé tantas tardes jugando con mis hermanas. ¡Me siento tan pequeña cuando camino por el interior!. Casi puedo oír a mi madre regañar a mi hermana Raquel porque siempre montaba 'jarana' para que nos fuéramos a jugar el parque, mientras Noelia y yo nos sentábamos obedientes en un banco.

Volvamos a la ruta hasta Belém.
Bajando por la calle Infante Santo, llegaba a la Avenida 24 de julho, a orillas del río y que actualmente está llena de discotecas. Otro tranvía me llevaba hasta las cercanías del Museu dos Coches , visita que recomiendo. Cada vez que íbamos, toda la familia teníamos que estar con mil ojos, porque mi hermana Raquel (años más tarde secundada por mi prima pequeña), intentaba subirse a los coches y jugar a las princesitas. Por la Rua do Belém mis pasos me llevaban hasta el Mosteiro dos Jerónimos , pero antes, había que hacer una parada de avituallamiento en la Pastelaria Belém, donde hacen los mejores pasteles de Belém de toda la ciudad.

Con mi pastel en la mano, me sentaba mientras me lo comía en la Praça do Imperio, a contemplar la fachada sur del monasterio. El rey Manuel I, el Afortunado lo mandó construir para conmemorar el regreso de Vasco da Gama de la India y como panteón real para los miembros de su dinastía, empleando el dinero de los impuestos del tráfico de especias. El emplazamiento del monasterio lo ocupaba la ermita do Restelo, donde da Gama y sus hombres rezaron la noche antes de su partida (y es que con lo que tenía por delante, cualquier ayuda era bienvenida).
A mi espalda, estaba la playa de la que salieron esos grandes navegantes portugueses. Finalizado mi ágape, me acercaba hasta la puerta sur de la iglesia de Santa María, mi puerta de entrada al monasterio. A pesar de su espectacularidad, no es la puerta principal de la iglesia (la principal es mucho más modesta).
La iglesia está construida en estilo manuelino y al entrar en la nave principal, volvía a tener el mismo problema que tenía en la Baixa. ¿Dónde miraba? La bóveda polinervada me llamaba desde lo alto, pero seguramente lo que más me atraía eran las columnas, tan ricas en adornos, verdaderas filigranas sobre piedra. ¿Y los sepulcros? El de Vasco de Gama me encantaba. Primero, por la ornamentación del sarcófago, con esos motivos tan manuelinos (como la cruz de la Orden de Cristo, de la que fue investido caballero). Y segundo, por la imagen del navegante. Me parecía tan real que en cualquier momento esperaba que fuera a incorporarse y decirme "Vamos para a India, rapariga". Y yo me habría ido con él, claro.
Mis pasos me llevaban hasta el claustro. Me relaja deambular por los claustros de iglesias y monasterios, sumida en mis pensamientos. Tenía un conocido que creía en temas de horóscopos e historias similares y que al verme en Alcobaça , dijo que yo me sentía tan a gusto allí porque en otra vida fuí monja (¿?). Hay gente "pá' tó'".

Después de pasar, no sé muy bien el tiempo, paseando por el monasterio, salía al exterior del barrio de Belém para afrontar mi última visita: la Torre de Belém . Pero antes tenía que pasar frente al Centro cultural de Belém , construido a principios de los 90 y que a mí me parece que le pega al barrio "como a un Cristo dos pistolas".
Volviendo a la Torre de Belém...En los siglos XV-XVI y gracias a los descubrimientos de sus navegantes, el puerto de Lisboa era uno de los más importantes de Europa y precisaba protección. Don João II, padre de Manuel I, trazó un plan defensivo que consistía en tres baluartes protegiendo la entrada a Lisboa: el de Cascais, el de São Sebastião de Caparica, al otro lado de la desembocadura y una tercera fortaleza, que se encargó su hijo Manuel de construir. Eran apoyadas por una nave llenita de artillería en medio del río. Así que a ver quien era el guapo que se atrevía a atacar la ciudad por mar... La torre de Belém, de estilo manuelino, tiene dos estructuras claramente diferenciadas: la torre propiamente dicha, de tradición medieval y el baluarte, por donde se accede al monumento, de concepción más moderna. Con el paso de los años y el empleo de nuevas técnicas de artillería y construcción, cayó en desuso como baluarte, siendo empleada como puesto de aduanas, prisión e incluso faro. Unas cuantas escaleras más y llegaba hasta lo alto de la torre, donde podía contemplar todo el mar de paja. ¿Y qué es el mar de paja? Pues el estuario del Tajo, que por su enorme extensión y los reflejos dorados de sus aguas lo llaman así.

El Tajo...Hilo conductor de la ciudad, desde las calles medievales de la Alfama, hasta las zonas más modernas como puede ser el Campo das Nações, donde se ubicó la Expo del 98 y que merece la pena visitar. El río es el rasgo más distintivo de la ciudad.

Sé que me he dejado cosas en el tintero, pero los artículos que he escrito son sobre la Lisboa que me enamoró cuando era una niña. Espero que hayan picado la curiosidad por conocer esta magnífica ciudad a quien no había pensado en ello o que sean de utilidad para quien vaya a visitarla.

Quería acabar con la letra de una canción del último disco de Madredeus, uno de mis grupos favoritos, que recoge perfectamente mis sentimientos sobre esta magnífica ciudad.

Adoro Lisboa

Lisboa tem histórias de reis,
De mares e de selvas
Lisboa tem histórias de hotéis,
De espiões e de guerras
Lisboa tem lendas de heróis,
Princesas, donzelas
Lisboa tem lendas do cais,
Do fado e navalhas;

Lisboa tem a tradição,
Dos bairros antigos
Vinho e sardinhas no verão
à beira do rio
Lisboa tem os rés-do-chão
E as altas mansardas
E há que descer e subir
Por estreitas escadas

Adoro Lisboa,
Eu quero-lhe bem,
Gosto de ver as gaivotas nos céus de Belém.

Adoro Lisboa,
E as histórias que tem
E sei que há muita gente
Que adora também

4 comentarios:

Turulato dijo...

Ya no tengo palabras...
Pero soy una "cabecita" que no para de dar vueltas..
Para sentir así, para describir de ese modo, como tienes que haber disfrutado el vivir de cada día...

Voy a hacer una tirada de tus artículos en calidad fotográfica, que encuadernaré después y ...
(Sólo he modificado dos detalles: En lugar de bóveda "polinervada" he superpuesto "de crucería" y a los arcos ojivales les he añadido "fajones" y "toral").
Un beso

Silvia dijo...

Dianora, espero que no te defraude. Un consejo práctico: cómprate la Lisboa Tourist Card, que te sirve para montar en los transportes públicos. Ah y si vas en tren a Sintra, ten cuidado, que hay mucho amigo de lo ajeno.

Turulato, la verdad es que no me puedo quejar de lo que he disfrutado. Hasta en los peores momentos, siempre he sabido sacarle ese 'puntillo' a la vida. Al fin y al cabo, es la única que estoy segura que voy a vivir.
"...que encuadernaré después y..."
¿Y? Me intrigan esos puntos suspensivos.
En cuanto a esas correciones, anotadas. Soy de ciencias y tengo un tanto oxidados mis conocimientos sobre historia del arte (¿me recomiendas un buen libro para aprender?).

Gracias a ambos y un besazo

Turulato dijo...

Al leer los comentarios me he dado cuenta de un error. Los arcos que aparecen en pie en la foto son "formeros" y, al fondo, uno "toral".
Esas denominaciones no tienen que ver con el estilo sino con la función.
Los puntos suspensivos... En mis escritos suelen expresar algo para lo que no encuentro palabras, como por ejemplo... "Me gustaría parecerme a tí" o "tu descripción tiene tanta calidad que me molesta que se quede encerrada en estas páginas".

Un libro... Gombrich, Ernst H:"Historia del Arte". Madrid, Alianza Editorial, 1979, colección "Alianza Forma", nº 5. Creo que lo ha reeditado Debate

alelo dijo...

Un día Turu me dejó un comentario en mi blog en el que me decía que a una tal Silvia le encantaba Portugal: "...Y te prometo que durante alguna mirada larga, de esas que a veces se escapan, recordaré el sabor de tus palabras.
Y para decir verdad, también la ternura de otra amante de esa tierra: Silvia."


Yo busqué a esa Silvia y no la encontré. Hoy creo que por fin he llegado hasta ella ¿no?

A mí también me embriaga Portugal:

http://alelomorfo.blogspot.com/2008/05/para-mi-amigo-ese-que-todava-no-fue.html

http://alelomorfo.blogspot.com/2008/04/la-dama-del-tejo.html

Nos vemos en la red. Y si no te importa te enlazo.